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“¡¿Qué es la verga, Nerón?!”

Actualizado: 31 oct 2022




Por Ernesto J. Navarro (*)

Nerito, así le decían para diferenciarlo de Nerio, su padre, se volvió una celebridad entre los vecinos del pueblo desde el día en que anunció que se iría a pasar vacaciones a los “yunai estéi”.


Un tío residenciado en Texas ofreció llevarlo por tres meses. La mayoría no había viajado a más de 10 kilómetros del pueblo, así que el viaje de Nerito resultó un notición.


Los amigos más cercanos comenzaron a hacerle encomiendas imposibles, que Nerito fue anotando en una libreta:

-El autógrafo de Koyak.

-Una botella de whisky, de las que beben los detectives de las películas.

-Dos loncheras con la cara del Hombre Increíble.

-Cualquier foto de Marilyn Monroe.

-Muñecos de nieve.

-Un sombrero gris como el de Sinatra.

-Una franela de esas que dicen: “I Love Texas.

El día antes de la partida, la mitad del pueblo acudió a una fiesta organizada por su familia, para desearle buena fortuna.

***

Los tres meses, que duraron las vacaciones de Nerito, fueron el tema de conversación del pueblo. En el bar, en la panadería y hasta antes de entrar a la misa, se hablaba de lo mismo. Las maestras de la escuelita, una construcción de esas llamadas "R3", dieron clases de geografía, mostrando la ubicación de Texas en el mapa de Estados Unidos y especulando sobre los sitios turísticos que Nerito visitaría durante sus vacaciones,


Tanta espectación hizo que la familia de Nerito, organizara una fiesta para recibirlo, y no pudieron negar a nadie la presencia. Todos querían verlo volver. Fijarse si había cambiado, si tenía otro color de cabello... algunos, en particular, querían saber si en sus maletas venían los encargos.


***

Nerito descendió del taxi que casi no podía avanzar a causa del gentío que se instaló en la calle. Cada uno cargó con su propia silla. Él, saludó como un político desde la puerta entrabierta del vehículo, mientras los más jodedores gritaban: “Ne-ri-to, Ne-ri-to, Ne-ri-to”.


Después de los abrazos a su familia, muchos querían escucharlo, gritaban preguntas ¿cómo eran los ´yunai estei´?, ¿trajiste fotos? ¿pudiste conocer alguna actriz de joligud?.. Pero todo fue imposible. Luego de tres meses en aquel país, Nerito ya no hablaba español. Daba la impresión de entender las preguntas, pero no atinaba a responder en cristiano.


“Nerito, ¿cómo es la nieve?”, preguntó uno de sus amigos del liceo. “Oh, you know, you know…”, respondió el viajero. “¿Dejaste alguna novia gringa?”, indagó otro. Mmmmm, nobody important…”, dijo, desconcertando más a los presentes. “Ah verga, ¿qué coño te pasa?”, le reclamaron, pero Nerito sudaba tratando de pronunciar palabras que ya no sabía y masculló un “what the fuck!!!”.


Para librarse del embrollo que amenazaba con echar a perder la fiesta de bienvenida, se llevó las manos al pene para tratar de explicar con ese gesto que necesitaba orinar. Los amigos le dijeron: “Marico, andá para atrás de la mata de mango”.


Pareció entender porque caminó en dirección al fondo de la casa. Cuando estuvo solo, lejos del tumulto, se secó el sudor de la frente, abrió las piernas, bajó el cierre del pantalón, sacó su pene y cerró los ojos mientras exhalaba con placer: “aaahhhhhhh”.


Aquel éxtasis lo perdió por culpa de Nerón, el dóberman que estaba amarrado a la mata de mango y que no reconoció el olor de Nerito. De un tirón le saltó encima ladrando como furia.


Nerito dio un salto violento hacia atrás, mientras recuperaba su lengua materna en un grito: “¡¿Qué es la verga, Nerón?!”.


XXXX

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