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#OtrosPersonajes 01: El griego-maracucho que pudo acabar con la Gillette

Actualizado: 30 nov 2023

Por: Ernesto J. Navarro

Diciembre de 1999. Mientras que para algunos habitantes de este planeta, lo que conocemos como mundo estaba por acabarse sumergido en el profético apocalipsis bíblico, y otros bautizaban a sus hijas como “yedoska”, en la soleada Maracaibo, un hombre maduro llamado Harry Petyhakis ultimaba los detalles de un invento, más bien un pequeño ‘David’ que amenazaba con derribar a la enorme mole ‘Goliat’, que representa el negocio de las hojillas de afeitar descartables de la empresa Gillette.

Este inventor grecozuliano no lo hacía por encono, venganza o competencia empresarial ¡No! Él, era un soñador altruista y, al momento de idear su invento, aquel pequeño dispositivo, lo hizo convencido de que le habría ahorrado a Venezuela hasta 120 millones de dólares anuales —según cálculos del año 2.000— en importación de máquinas de afeitar desechables… y otro tanto a cada consumidor de ese producto.

El invento, su pequeño David, era un diminuto cubo plástico, de unos seis centímetros por lado, al que llamó: Eterna Magic. En su interior, este cubo plástico contenía varios imanes que, en un par de horas, restauraban el filo incluso a la hojilla más mellada.

"Sólo hay que limpiarla, secarla bien y colocarla encima de mi invento y el filo vuelve a renovarse en cuestión de horas", me explicó Petyhakis el 9 de agosto del año 2000, cuando yo era uno de los reporteros novatos del diario 'Panorama.

Una cuestión simple

Para Harry Petyhakis su Eterna Magic era infalible por una mera cuestión de física elemental. Todos los cuerpos, decía, incluso los sólidos, “poseen un número determinado de moléculas en movimiento”.

Dicho eso, sonrió lánguidamente antes de especificar el funcionamiento de su invento: En una máquina desechable, las moléculas de su filo se desplazan "por efecto de la fricción" del uso, así que si se logra mover las que se encuentran en los laterales "a través de un campo magnético, ese filo se restaurará. ¡Es algo muy sencillo!".

De este modo, una afeitadora posada encima de ese 'cubo mágico' se podría utilizar durante más de tres meses, cuando su vida útil estimada no pasa de una semana.

Fiebre del oro negro

Nacido en Grecia en 1929 y graduado en Física pura, administró la empresa energética que creó su padre en Tesalónica, y que suministraba electricidad al aeropuerto de la ciudad. Pero cuando el Estado nacionalizó ese servicio, se vio obligado a cambiar de rubro y de rumbo.

Lo pensó tranquilamente. Su mente estaba entrenada para eso ya que durante toda su vida, Harry Petyhakis aplicó los conocimientos científicos que adquirió de joven para resolver los problemas cotidianos que afectan a las personas.

Sugestionado por un atlas que definía a la Venezuela petrolera de mediados del siglo XX como "uno de los 10 países más ricos por kilómetro cuadrado que existen", decidió trasladarse hasta el norte de Suramérica.

Recién casado con la concertista de piano Irene Georgilas, estaba convencido de que apenas se bajase del barco, comparía un pedazo de tierra, abriría un hueco en el mapa del territorio venezolano, y "viviría en una inmensa casa, rodeado de torres metálicas de las que destilaría oro negro", según me contó aquella mañana del año 2000.


El poeta Luis Oquendo Delgado escribió, en uno de los versos de “La gaita que yo te canto”, la siguiente frase: Todo el que llega a tu lar, tu atracción suele ganarse, y para siempre quedarse, decide sin titubear… Fue justamente lo que le ocurrió a Petyhakis con apenas desembarcar… se ancló en este puerto.


Luego de una vida dedicada a su familia y a inventar máquinas para mejorar la vida de las personas, en 2004, a los 75 años de edad, el inventor falleció en Maracaibo, la ciudad que lo adoptó y que él adoptó, nada más llegar.

El ahorro

Petyhakis ideó la Eterna Magic tras pensar en su propio consumo de afeitadoras desechables.


Si cada venezolano, calculaba, “gasta una desechable a la semana, que en promedio cuesta 300 bolívares, en 56 semanas la suma ascendería a 16.800 bolívares", mientras que con este invento "gastaría en promedio sólo 2.700 bolívares" y "se ahorraría 14.000 bolívares", explicaba en términos económicos de principios de este siglo.

Además de aliviar el bolsillo de los consumidores, el inventor grecozuliano creía que la exportación de su invento permitiría que Venezuela lograra una importante cantidad de divisas no petroleras. Sin embargo, no calculó que combatiría contra una de las trasnacionales que vive, justamente, de la obsolescencia programada y no de la durabilidad de las hojillas.

Fuera de los comercios

Cuando ya había culminado la fase de testeo de su invención, Harry Petyhakis invirtió una buena cantidad de dinero en fabricar cientos de ejemplares de su Eterna Magic, y se las ofreció a varias farmacias y comercios de cosmética de Maracaibo bajo la modalidad de consignación: los dueños recibían la mercancía, pero sólo le pagarían por los artículos que se vendieran.


Tan solo una semana más tarde, dejaron de vender su invento y le devolvieron todas las unidades por obra de los distribuidores de la empresa Gillette, quienes obligaban a los locales a retirar los cubos mágicos porque atentaban contra sus volúmenes de venta.

La periodista zuliana Lolimar Suárez conoció a Petyhakis. Ella recuerda que el inventor repetía esta historia en cada ocasión, aunque la multinacional nunca ofreció su versión de los hechos.

La dificultad

Algunos supermercados de Maracaibo "también retiraron la Eterna Magic por presiones de los distribuidores de esa empresa trasnacional", según el testimonmio de Lilika Petyhakis Georgilas, hija del inventor.


A Harry, que también era un hombre de negocios, se le hizo muy cuesta arriba enfrentarse a semejante monstruo empresarial. Él distribuía el invento a pulso, en su vehículo particular. Aún así, decidido a no rendirse, "los vendía uno por uno", con lo cual resultó "muy difícil mantener ese ritmo".

Otros inventos

Harry Petyhakis levantó una fortaleza en el sector Pomona, al nordeste de Maracaibo. En esa localidad que rinde homenaje a la diosa romana de las frutas, los árboles y los jardines, hizo crecer una fábrica de golosinas —que ahora gerencia su hijo— empleando materiales reciclados que se extendían como las raíces de un árbol gigante en más de una hectárea de terreno.

Además de la Eterna Magic, patentó otros inventos:

  • Una bomba termodinámica, capaz de transportar líquidos, (agua o petróleo) a grandes distancias.

  • Una máquina termohidrodinámica (MTHD), patentada en Venezuela bajo el número 1928, que purifica el agua para consumo humano a bajo costo.

  • Un purificador de aire, con el pretendía acabar con los virus en el ambiente.


Invento sin paternidad

Desde su temprana juventud, en Grecia, Petyhakis trabajaba "resolviendo problemas" para una empresa de Estados Unidos.

"Mi padre diseñó la primera máquina que producía las copas plásticas que han dado fama mundial al yogurt griego", pero "era joven y no se preocupó por patentar ese diseño", así que "los estadounidenses la registraron y jamás le dieron el crédito por ese invento", aseguró su hija, Lilika Petyhakis.


En cualquier caso, este inventor greco-maracaibero sólo se quejaba en público de la falta de interés en sus inventos por parte de los gobernantes de turno. Al respecto, estaba seguro de que habría podido ayudar a mejorar la vida de mucha gente a muy bajo costo.


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