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Una bomba atómica sin probar se lanzó sobre Hiroshima

Actualizado: 17 jul 2023



Por: Ernesto J. Navarro

“Un bello arcángel aletea junto a un gran pájaro de hierro.

procura que un hombre lo vea para ahuyentar cien mil destierros.

pero el arcángel se sofoca y un ala azul se le lastima

y el ave negra abre la boca cuando atraviesa Hiroshima”.

(Silvio Rodríguez, Cita con ángeles)


William Sterling Parsons era el artillero a bordo del avión B-29 Enola Gay, que a las 8 de la mañana del lunes 6 agosto de 1945 volaba sobre los cielos de la ciudad de Hiroshima, al oeste de Japón.


Seis meses atrás, Estados Unidos había iniciado un intenso bombardeo contra 67 ciudades japonesas y esta mañana, daban su estocada final. Harry Truman se los había advertido luego que el Emperador japonés rechazó acatar el ultimátum que decía: Si no aceptan nuestras condiciones pueden esperar una lluvia de destrucción desde el aire como la que nunca se ha visto en esta tierra.


En 1945, Sterling tenía 46 años, el rango de Capitán y estaba encargado de colocar unos pequeños sacos de pólvora convencional para el cañón, armar eléctricamente, comprobar que funcionara, quitar los obturadores de seguridad, colocar unos obturadores rojos y sustituir los verdes. En fin, era el hombre responsable de dejar caer sobre población civil, una bomba atómica. La primera que conociera la humanidad.


Sterling no está solo, lo acompaña el teniente coronel Paul Tibbets, quien piloteaba el Enola Gay. Ambos, a pesar de que segundos después va a exclamar un ¡Dios mío ¿Qué hemos hecho?!, cumplieron con la orden de atacar, no un objetivo militar, sino una población indefensa. Ambos creían fervientemente que defendían a su país de un ataque artero, según las palabras del propio presidente Franklin Delano Rooselvet.


¿Razón?

Cuatro años antes, el 7 de diciembre de 1941, la primera flota japonesa lanzó un ataque aéreo masivo sobre Pearl Harbor, un puerto natural situado en el interior de una laguna costera de la isla de Oahu, en Hawaii, lugar donde opera el cuartel general de la Flota estadounidense del Pacífico.


Estados Unidos acusó la agresión y entró formalmente en la Segunda Guerra Mundial, declarándole guerra a Japón.


Proyecto Manhattan

Japón atacó Pearl Harbor apenas un día después de que el presidente Roosevelt autorizara un proyecto secreto, apoyado por Reino Unido y Canadá, conocido como Manhattan Engineering District, que se conocería públicamente como Proyecto Manhattan. Su finalidad era una sola: crear la primera bomba atómica antes que la Alemania nazi la consiguiera.


Ultimados los detalles y listos los resultados, al gobierno de Estados Unidos le pareció simpático bautizar a su primera bomba atómica con el remoquete de Little Boy (en español: Niñito o Niño Pequeño). Este “bebé”, lanzado el 6 de agosto de 1945 a las 8:15am, liquidaría con un sólo estallido a unas 140.000 personas civiles.


Los tripulantes del Enola Gay (Sterrling Parsons y Tibbets) así como como toda la cadena de mando del gobierno estadounidense, sabían que Little Boy (con 4.400 kilogramos, 03 metros de longitud y 71 centímetros de diámetro) era una bomba cuyo diseño no se había podido probar antes del día del lanzamiento. Así que sólo imaginaban sus daños, pero decidieron experimentar alegremente.


Así es la guerra, la historia la cuentan los vencedores. Bob Caron, artillero de cola y fotógrafo del Enola Gay, lo vio así:


Una columna de humo asciende rápidamente. Su centro muestra un terrible color rojo. Todo es pura turbulencia. Es una masa burbujeante gris violácea, con un núcleo rojo. Todo es pura turbulencia. Los incendios se extienden por todas partes como llamas que surgiesen de un enorme lecho de brasas. Comienzo a contar los incendios. Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis… catorce, quince… es imposible. Son demasiados para poder contarlos. Aquí llega la forma de hongo de la que nos habló el capitán Parsons. Viene hacia aquí. Es como una masa de melaza burbujeante. El hongo se extiende. Puede que tenga mil quinientos o quizá tres mil metros de anchura y unos ochocientos de altura. (…) La base del hongo se parece a una densa niebla atravesada con un lanzallamas. La ciudad debe estar abajo de todo eso. Las llamas y el humo se están hinchando y se arremolinan alrededor de las estribaciones. Las colinas están desapareciendo bajo el humo. Todo cuanto veo ahora de la ciudad es el muelle principal y lo que parece ser un campo de aviación.

Segundo ataque

Estados Unidos proclamaba su poderío militar. Las advertencias de Albert Einstein, en una carta dirigida al presidente Rooselvet el 2 de agosto de 1939, cayeron en saco roto.

Recientes trabajos realizados por Enrico Fermi y Leo Szilard, cuya versión manuscrita ha llegado a mi conocimiento, me hacen suponer que el elemento uranio puede convertirse en una nueva e importante fuente de energía en un futuro inmediato[…] se ha abierto la posibilidad de realizar una reacción nuclear en cadena en una amplia masa de uranio mediante lo cual se generaría una gran cantidad de energía[…] Este nuevo fenómeno podría conducir a la fabricación de bombas y, aunque con menos certeza, es probable que con este procedimiento se pueda construir bombas de nuevo tipo y extremadamente potentes.

Tres días más tarde del ataque a Hiroshima; el 09 de agosto de 1945 una nueva bomba atómica caería sobre otra ciudad japonesa: Nagasaki.


Mal tiempo, mala suerte

Los militares estadounidenses aún celebraban su “éxito” en Hiroshima cuando un segundo ataque nuclear ya estaba ordenado.


Inicialmente el blanco era la ciudad de Niigata, una prefectura japonesa localizada en la isla Honshū en la costa del mar de Japón. Pero… ese 9 de agosto estaba lloviendo, así que ese poblado de pescadores logró sobrevivir gracias a una causalidad meteorológica.


El alto mando cambia inmediatamente el objetivo a la ciudad de Kokura, asentada a mitad de camino entre Tokio y Shanghái. Pero… había niebla espesa y no se pudo ubicar el blanco.


Charles Sweeney, comandante del bombardero B-29 Bockscar, informa por el radiotransmisor que se acaba el combustible y con la misión en peligro de fallar, escucha una voz que responde al otro lado del transmisor. Se trata de la tripulación del Great Artist, que volaba como avión meteorológico.


Sweeney es avisado que con rumbo suroeste existía un claro visible entre las nubes. El bombardero Bockscar solo tenía combustible para una sola pasada.


Al aproximarse a Nagasaki encuentran un cerrado techo de nubes. Debieron decidir si arrojar la bomba o regresar. El piloto decidió el bombardeo guiándose por el radar. Y aunque el clima salvó otras dos ciudades, Nagasaki no tuvo la misma suerte.


Fat Man, así llamada la segunda bomba nuclear, arrasó con 40.000 personas que murieron instantáneamente y otras 25.000 resultaron heridas. Varios miles de japoneses morirían posteriormente por heridas relacionadas, envenenamiento y radiación residual.


De 15 a 20% de los asesinados por las bombas atómicas lanzadas por EE.UU. murieron por lesiones o enfermedades atribuidas al envenenamiento por radiación. Se registraron unas 231 personas que desarrollaron leucemia. Al menos 334 japoneses desarrollaron distintos tipos de cáncer atribuidos a la exposición a la radiación liberada por las bombas. En Hiroshima y Nagasaki, la gran mayoría de las muertes fueron de civiles.


Rendidos

El Emperador Hirohito de Japón aceptaría -6 días después de la detonación en Nagasaki-, su rendición incondicional frente a los Aliados.


El 2 de septiembre, el canciller japonés, Mamoru Shigemitsu, firma el acta de capitulación a bordo del portaaviones USS Missouri.


Con esa firma concluyó la Guerra del Pacífico y por tanto, la Segunda Guerra Mundial. Hasta ese momento, aún, 110.000 japoneses y ciudadanos estadounidenses con esa ascendencia, (ancianos, mujeres y niños) permanecían en campos de concentración en la costa oeste de EE.UU.

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