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La historia de los pueblos, ese magma incandescente



Reseña - Libro | “Puerto Nuevo”, de Ernesto J. Navarro.

Autor: Carlos Cova / Publicado en el Diario Últimas Noticias el 4 julio de 2022.


La comprensión humana a veces se obliga a resumir aquellas ideas demasiado complejas, a reducir la vastedad de un concepto para hacerlo pasar por el cedazo del entendimiento.


La historia de los pueblos, por ejemplo, tendría que ser el título de un libro infinito –de hojas infinitamente delgadas– como aquel que Jorge Luis Borges concibiera, cuyas páginas contienen todos los libros escritos y por escribir. Porque la historia de los pueblos es la historia de cada pueblo, la historia de cada familia de ese pueblo y la historia de cada miembro de esa familia.



En ‘Puerto Nuevo’, Ernesto J. Navarro ha venido a rescatar una historia que nadie había escrito pero que muchos encontraremos familiar.


La crónica del autor es la de una saga, la de los Navarro, que al igual que tantas otras –la de los Buendía, por mencionar la más obvia– discurre sobre ciclos, y siglos, de soledad.


Esta familia, natural de las serranías de Falcón, concentra en la actitud de su patriarca, Lionzo, las maneras de un culto abierto a la naturaleza, que se aviene con la adversidad pero se compadece mal de las derrotas, la lógica de los pueblos primigenios de América. A lo largo de tres generaciones atendemos las claves de una sutil transformación: entre Lionzo y Germán, su nieto, se aprieta la gran alegoría de nuestro siglo XX.


Evocando en el lector venezolano a ‘Casas muertas’, ‘Puerto Nuevo’ extrae de la memoria los hechos que llevan a los miembros de la familia a abandonar su tierra tras las promesas del auge petrolero, una cadena de acontecimientos dispares como el propio destino. No es, sin embargo, una aventura transida por la melancolía, como la novela de Otero Silva. Si bien esta de Navarro incluye anécdotas incluso más dolorosas, como la muerte de los hijos de Isaura, o más desgraciadas, como la pérdida de la “Casa grande” en un juego de dados, es una historia que reivindica por encima de todo la entereza del ser humano, su capacidad para hacer de la conexión con la tierra su credo particular.


En cuanto a sus virtudes narrativas, lo más destacable de ‘Puerto Nuevo’ se manifiesta en la condescendencia que el autor muestra no con la moral que rige a los personajes sino con el principio que los impulsa. Sus vidas son la esencia de una tendencia ancestral, espesa como la savia de un cují, densa como la sangre de un chivo recién sacrificado. Así Navarro consigue transmitir al lector el sentido hondo del rito, su peso específico en la vida de cada personaje:


“Entonces emergió del abismo y se miró las manos; eran las mismas que primero alimentaron al animal y luego le sirvieron para encajarle el puñal en el cogote”.

La historia de los pueblos surge, cómo no, del testimonio solariego, acicalado para la ocasión. La progenie se reúne a escuchar en la voz del abuelo, de la abuela, del tío memorioso, convertidos en juglares, una gesta límpida de procederes, adjetiva e hiperbólica. Asentar esa composición exige del narrador el trabajo de volver sus quijotes a tierra, por así decirlo.


En ‘Puerto Nuevo’ salvo Isaura, más parecida a una virgen que sufre, los personajes combinan defectos y virtudes, son soberbios pero nobles, aprensivos pero respetuosos, juzgan a deshoras pero callan a tiempo. Son, por fortuna, hueso y carne.



Imagen del estadio "5 de julio" de Puerto Nuevo.

Además del valor de los hechos, forzosa necesidad de quienes buscan hallarse en el pasado de sus ancestros, queda aquí otra historia, relatada al paso. La de ese cosmos bidimensional enclavado en los confines del país que no llega, pese a todo, a sucumbir del todo. Porque la historia de los pueblos es también la de sus perímetros de vida, difícilmente reivindicados por otros que no los hayan habitado.


Puerto Nuevo’ es una demostración de que el olvido no puede con la tierra venezolana. Que siempre habrá quien por su recuerdo la haga vivir en la ensoñación de un tercero, que es una de las formas más conocidas de renacer:


“Por ese gigantesco incendio (o a causa de él), que borró de la faz de la tierra al pueblo palafítico, la bandera y el escudo del hoy municipio Lagunillas tienen como emblema al Ave Fénix”.
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